miércoles, 31 de agosto de 2011

SABIAMENTE LENTO


Cuando los fariseos llevaron ante Jesús a la mujer sorprendida en adulterio y le preguntaron qué hacer con ella, Él se inclinó un momento y escribió en la tierra (Juan 8:6). No sabemos qué puso; pero, cuando siguieron preguntándole, el Señor respondió con una breve frase: «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella» (v. 7). Estas pocas palabras produjeron un gran impacto al confrontar a los fariseos con su pecado, ya que se fueron uno tras otro. Aun hoy, esas palabras resuenan en todo el mundo.
Jesús tenía una intimidad tan profunda con Su Padre y una dependencia tal, que dijo de sí mismo: «Lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho» (12:50). ¡Qué maravilloso sería tener una relación tan estrecha con nuestro Padre que supiéramos cómo responder con Su sabiduría!
Quizá esto pueda comenzar a lograrse si obedecemos el desafío de Santiago en cuanto a ser «pronto para oír, tardo para hablar» (Stg 1:19  ). Esta lentitud no tiene nada que ver con la ignorancia, la indiferencia, la timidez, la culpa ni la vergüenza, sino con el ritmo pausado de la sabiduría que nace de estar serenamente arraigado en el Señor y en Sus pensamientos.
A menudo, se nos dice que nos detengamos y que pensemos antes de hablar, pero yo creo que debemos ir mucho más allá y vivir de manera tal que estemos siempre atentos a la guía de la sabiduría divina.

lunes, 29 de agosto de 2011

MARAVILLOSA VEJEZ


Sabemos que estamos envejeciendo cuando decimos cosas como: «¿Puedes creer lo jóvenes que son esos jugadores profesionales de fútbol?». Y, sin duda, es una señal de vejez cuando ya no preguntamos: «¿Cómo estás?», sino que decimos como sorprendidos: «Oye, ¡qué bien te ves! Esperando que la otra persona nos diga ¡tu también!».
Envejecer es inevitable. Lamentablemente, la sociedad nos enseña a temer el paso de los años y a ocultar su realidad todo lo posible. Sin embargo, la vejez puede ser algo maravilloso. Los seguidores de Jesús tienen la capacidad de mejorar notoriamente con los años. Como expresó Pablo: «Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Corintios 4:16).
Así como hay señales físicas que revelan que nos estamos poniendo viejos, también hay marcas que muestran una mejoría. En lugar de volverse testarudos, intolerantes y odiosos, los seguidores de Cristo, espiritualmente maduros, se tornan mejores para perdonar, amar y ocuparse de los demás. Envejecer es una continuación del viaje que lleva a ser más como Jesús, lo cual significa que, con el paso del tiempo, el corazón y las actitudes deberían reflejar cada vez más el carácter convincente y los modales atractivos de nuestro Salvador.
Entonces, mientras envejecemos, aprovechemos la oportunidad de crecer espiritualmente y de parecernos más a Jesús. Nuestros amigos notarán que, con los años, estaremos mejor.

domingo, 28 de agosto de 2011

DISCIPLINA A TIEMPO


Nuestro patio (yarda) tiene varios árboles de mango muy altos, así que, tenemos sol durante muy poco tiempo en el día. Pero como nos encantan los tomates frescos, decidí intentar cultivarlos en  algunos lugares soleados.
Las plantas empezaron a crecer de inmediato y con rapidez. Yo estaba contentísimo… hasta que me di cuenta de que su veloz crecimiento se debía al esfuerzo por alcanzar la limitada luz solar. Cuando comprendí lo que pasaba, los tallos ya eran demasiado pesados para mantenerse erguidos. Entonces, busqué unas estacas, los levanté cuidadosamente y los sujeté para que quedaran derechos. Aunque traté de hacerlo con cuidado, una de las ramas torcidas se quebró cuando traté de enderezarla.
Esto me recuerda que la disciplina debe comenzar a aplicarse antes de que el carácter ya esté torcido o doblado permanentemente.
El sacerdote Elí tenía dos hijos a los cuales no había disciplinado. Cuando la maldad de ellos llegó a tal extremo que él ya no pudo ignorarla, trató de reprenderlos con delicadeza (1 Samuel 2:24-25), pero era demasiado tarde. Entonces, Dios anunció las nefastas consecuencias: «… que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado» (3:13).
Cuando nos enderezan, duele; pero si no se corrigen nuestras torceduras, a la larga dolerá más.

sábado, 27 de agosto de 2011

¿ESTÁS CONTENTO?

Por:Alberto Lee
Una vez, un poeta escribió: «En general, el ser humano es insensato. Cuando hace calor, quiere frío; cuando hace frío, quiere calor. Siempre quiere lo que no está».
¡Qué  inteligente reflexión sobre la naturaleza humana! Por eso, cuando leemos en Filipenses 4:11, «… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación», nos preguntamos: ¿Será posible sentirse así?
Para Pablo lo era. Filipenses 4:12-13 describe la actitud del apóstol ante la vida: «Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ». La comunión de Pablo con Dios estaba por encima de lo que tuviera o de lo que le faltara. Su contentamiento no dependía de las circunstancias, sino de su relación con Cristo.
El apóstol nos recuerda que el contentamiento no se produce de la noche a la mañana. Es algo que se aprende. A medida que nuestra relación con Dios se desarrolla, con el tiempo y las experiencias, aprendemos a confiar más en Él y menos en nosotros. Pablo sabía que Cristo le daría fuerzas para perseverar en toda situación en que se encontrara (v. 13).
Cualesquiera que sean las circunstancias que enfrentes hoy, mediante la oración podrás recibir la fortaleza necesaria para estar contento.

viernes, 26 de agosto de 2011

SANIDAD 4 DE 4


Por:Evangelista Yiye Avila
NO TE ATEMORICES
Cuando uno peca, tranquilo viene a Dios, pero cuando se enferma, le da temor: “¿Y si me muero?”  Si te mueres te vas para el cielo con el Señor.  Da gloria a  Dios.  ¿A qué le tienes miedo si tienes a Cristo? dice la Biblia:
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo.
                                                                                          Isaías 41:10

No es que te las va a dar, es que te las dio ya.  “Yo te he dado fuerzas, Yo te ayudo”, y dice: “Yo te sostengo con la diestra de mi justicia”.  Cuando viene la enfermedad no te atemorices, piensa hay alguien que te dijo: “Yo soy tu sanador, yo quitaré toda enfermedad en medio de ti; yo soy el que sana todas tu dolencias”.  Empieza a hablar eso y repítelo, apréndete de memoria las promesas de sanidad divina.

RECIBE FE – HABLA LA PALABRA
Si hay tanta gente que se sabe de memoria muchas cosas, apréndete de memoria la Palabra de Dios, que con esa espada es que tú peleas contra el diablo.  Esa es la espada del Espíritu, dice el apóstol Pablo.  Tú tienes que tener la espada en la mano, si es que estás vestido con toda la armadura.  Hay gente, en el mismo pueblo de Dios, que sabe de memoria muchas cosas y no sabe la Palabra.  Apréndete de memoria versículos de la Biblia que son instrumentos de poder, de autoridad, de defensa para ti, rechaza los dardos de Satanás y cuando venga un síntoma, aunque sea un dolor de cabeza, estornudo, no esperes ni un minuto, empieza a hablar la Palabra inmediatamente.

Quiere decir que con la espada tú vas cortando al diablo, vas dándole por todos lados según tú hablas y repite la palabra, recibes fe, la fe viene por el oír la Palabra.  Así vas sintiendo más confianza y de momento tú dices: “Dios me sanó”, y sigues andando tranquilo.  Esa es la fe en la que tenemos que movernos los cristianos.  No te olvides que este asunto es más peligroso de lo que tú crees, porque dice la Biblia, que sin fe es imposible agradar a Dios; no dice que es difícil, dice: “ es imposible”.  Porque en el momento en que tú empiezas a llenarte de temor y a titubear, tú estás dudando de la veracidad de Dios.  Tú estás dudando de la sinceridad de Dios y del poder de Dios y declarando: “A lo mejor Dios puede fallar y Dios a lo mejor puede mentir, o a lo mejor no me sana, o a lo mejor me deja enfermo, o a lo mejor me muero”. El Señor que está al lado tuyo, El, que está ahí bien cerca de ti, qué triste se pone al ver que tú dudas de El.  El es el sanador de su pueblo.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6


jueves, 25 de agosto de 2011

SANIDAD 3 DE 4


Por: Evangelista Yiye Avila
JESÚS PERDONA TODA INIQUIDAD
Pasamos al Salmo 103, verso 3. Dice la Biblia:
Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.
 Fíjate que hay un doble promesa ahí; es muy importante considerar las dos cosas.  Estamos en el estudio de sanidad divina, pero, ¿por qué consideramos lo primero?  Mira bien por qué.  El es quien perdona todas tus iniquidades, no importa el pecado que sea, tú vienes al Señor a que te perdone y si setenta veces viene el hermano arrepentido de corazón, esas mismas veces tiene Dios que perdonarlo.  Si Dios nos reclama a nosotros que perdonemos setenta veces siete, pues mucho más El, que tiene más amor que nosotros.
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21 y 22

JESÚS SANA TODA DOLENCIA
Ahora, dice la Biblia: “El que sana todas tus dolencias”.  Si te enfermas setenta veces siete, ven al Señor que tiene que sanarte setenta veces siete también.  Es lo mismo porque el que llevó el pecado, también llevó la enfermedad, por lo tanto, si tú tienes fe para cuando fallas, venir al Señor y decirle, perdóname, ten fe para cuando viene el diablo y te pone una enfermedad, decir: “Aquí estoy para que me sanes”.  Sí, porque tenemos más fe para pedir perdón por el pecado que cometimos que para la sanidad.  ¿Qué es lo que pasa? Si cuando hay un pecado, o hay una falta, venimos al Señor y lloramos, y el Señor nos perdona instantáneamente, ¿por qué cuando viene la enfermedad corremos para el médico? ¿Por qué entonces no vamos al Señor también? ¿No es acaso lo mismo?  ES la misma promesa.
    
Observa lo que dice arriba, en el verso dos del mismo salmo.  Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios, salmo 103:2.  Habla: como diciéndonos, no te olvides que el que perdona soy yo, pero tampoco olvides de que el sanador de mi pueblo, soy yo.  Sin embargo, multitud de cristianos, si pecan, se tiran al piso a gritar delante de Dios por eso, pero y por qué cuando se enferman no se ponen a gritar también delante de Dios y se levantan sanos dando: ¡Gloria a Dios! Y reprenden un diablo mentiroso y traidor.  Quiere decir que falta fe.

2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.  3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;  4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias  Salmos 103:2-4 

miércoles, 24 de agosto de 2011

SANIDAD 2 DE 4


Por:Evangelista Yiye Avila
 RECLAME SUS PROMESAS
Tú puedes  reclamar con confianza y hacer como dice el profeta Isaías.  Isaías dice:
Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos.
Isaías 45:11
Ahora, ¿quién le puede demandad a Dios?  Bueno, eso es cosa seria, pero El dice que lo hagamos.  Los que le sirven guardan Su Palabra, porque El les ha prometido muchísimas cosas y tiene que cumplírselas.  La Biblia dice que Dios esta detrás de todas sus buenas promesas para cumplirlas y que El no será tardo en poner por obra por obra Su Palabra, quiere decir, que esas promesas nos hacen creer a nosotros, que confiamos, que El es nuestro sanador, y no fallará; y atenderá a la estéril, y a la que está a punto de abortar, y al que está por morirse antes de tiempo.

COMPLETARE EL NÚMERO DE TUS DÍAS
El diablo viene a matar, viene a robar y viene a destruir, pero Dios prometió, “completaré el número de tus días”.  Sin embargo, teniendo promesas tan extraordinarias como esas, ustedes ven cuantas personas en el pueblo de Dios se mueren a los cuarenta, a los cincuenta y a los sesenta años; no han completado sus días.  Quiere decir que a lo mejor no hay conocimiento de lo que Dios ha prometido, o no están viviendo la vida que Dios demanda y que les hace acreedores a esas promesas; pero si hay fe y tú estás viviendo la palabra, no hay poder del diablo que te pueda robar a ti eso, porque lo ha prometido el Dios de nosotros.

UN PRECIOSO NIÑO
En Puerto Rico había un joven que me ayudaba mucho en el ministerio y su esposa, muy joven también, participaba ayudándome.  Ella había estado encinta dos veces y había perdido los niños las dos veces.  Cuando quedó encinta la tercera vez, me dijo:
      -Mi esposa está encinta de nuevo.
      -¿Le vas a permitir al diablo que te robe al tercer niño?
      -Le pregunté.  Se puso muy serio:
      -¿Por qué me dice eso?  -me dijo.
       Le busqué la Biblia y le leí.
      -Mira lo que dice aquí, “que en tu tierra no habrá mujer que aborte”, por lo tanto, si ha abortado dos veces es porque el diablo le ha matado el niño, porque Dios a nosotros nos prometió, y El es fiel.  Tú le sirves a Dios, ¿por qué no reclamas lo que prometió?
       Se fue y trajo a su esposa a casa.
      -vamos a orar a Dios.  –Me dijo.
   Oramos, reclamamos a Dios y reprendimos con autoridad aquel demonio criminal.  Cuando terminamos de orar:
      -Ella me dijo- Sentí algo que se me desprendió del vientre y se fue
      -El diablo que te mató los otros dos niños, a éste no te lo podrá matar –le dije.
 A los nueve meses nació un niño precioso que gritaba y lloraba, para la gloria del Señor.
Fiel es el que prometió dice la Biblia, pero hay un ladrón que le quiere robar a uno lo que Dios te ha dado.  Si tú te lo dejas, te lo roba.  Un hermanito puede venir a ti lleno de amor y regalarte un par de zapatos, o cualquier otra cosa y tú sales por ahí afuera y viene un ladrón y te lo roba.
  Si tú te lo dejas robar, pues te lo robaron, pero tú no puedes decir que el hermanito no te dio el regalo que el ladrón te robó.  Así le pasa al pueblo de Dios que muchas de las dádivas y promesas de Dios se las
dejan robar por Satanás. 

martes, 23 de agosto de 2011

SANIDAD 1 DE 4


Por: Evangelista Yiye Avila
Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. (Éxodo 23:25)
Observa el principio; es prácticamente una repetición  del primer versículo, “Vosotros serviréis a Jehová vuestro Dios”.  Quiere decir que las promesas, según vemos hasta ahora, no son para los pecadores, ni son para aquellos que se llaman evangélicos que no hacen nada para Dios, tampoco son para las personas que no le sirven al Señor.  En forma sencilla: “Si ustedes me sirven, bendeciré tu pan, tu agua y quitaré las enfermedades”.  Eso está prometido ahí, no es promesa del hombre, es promesa del Dios que creó los cielos y la tierra.  Acuérdate que dice la Biblia, que El es fiel y verdadero. *  Ahí no hay falla, ni engaño de ninguna clase.
 
(Cita bíblica) Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Apocalipsis 3:14  / Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Apocalipsis 19:11

NO HABRÁ MUJER ESTÉRIL NI QUE ABORTE
Esa promesa añade algo muy importante que tiene su relación con la sanidad divina, y dice:
No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.  Éxodo 23:26
Esto tiene que ver con la sanidad divina.  Hay mujeres que se enferman y abortan, o tiene un accidente, o a lo mejor el sistema interior no es perfecto, no está normal y abortan, pero el Señor dice ahí claramente que eso es parte de la promesa: “En tu tierra no habrá mujer ni estéril”.  Es decir, que si la mujer es estéril, El la sana.  Y si hay peligro de abortar, El es responsable de sanarla e impedir el aborto.  Si esta a punto de morirse, El dice: “Completaré el número de tus días”.  Completar tus días quiere decir que, debes vivir de 70 a 80 años, no menos porque esa es la promesa para esta dispensación, 70  80 años.

Todo aquel que tiene fe y sabe que está viviendo para Dios, que diariamente en sus oraciones se pone delante de Dios y abre su corazón y dice como David: “Si encuentras alguna iniquidad en mí y alguna maldad en mí que aún yo desconozca, muéstramelo para quitarla” cuando estamos abiertos para vivir limpia y santamente para Dios, Dios tiene que cumplir eso, porque es palabra de Él.  El está obligado a Su palabra y automáticamente eso quiere decir que el que es sincero  con Dios, fiel a Dios, vive para Dios y guarda su Palabra, Dios está obligado a eso. Sea Bendito el nombre del Señor.  Porque El es fiel a Su Palabra.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. Salmo 139:23 y 24

lunes, 22 de agosto de 2011

HORA DE CRECER


Mientras miraba algunas tarjetas de cumpleaños en una tienda departamental, encontré una que me hizo reír. El mensaje decía: «Sólo eres joven una vez, pero puedes ser inmaduro siempre». Esa tarjeta estimuló mi sentido del humor. No tener que crecer posee cierto atractivo, como puede atestiguar todo admirador de Peter Pan.
Sin embargo, todos sabemos que la inmadurez perpetua no es sólo inadecuada, sino también inaceptable. En el caso de los creyentes, es vital que maduremos. Después de nacer de nuevo y de convertirnos en seguidores de Cristo, se espera que dejemos de ser bebés espirituales. Las Escrituras nos desafían a crecer para asemejarnos más al Señor.
Al escribirle a la iglesia en Corinto (una congregación muy problemática), Pablo dijo que las dificultades que atravesaba se debían a la falta de desarrollo espiritual de sus miembros. En 1 Corintios 3:1, señaló: «Hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo».
¿Cómo crecemos para dejar de ser bebés espirituales? Pedro insistió: «Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:18). Esto lo logramos al meditar en la Palabra de Dios y al dedicarnos a la oración (Salmo 119:97-104; Hechos 1:14). Como en el caso de la iglesia de Corintio, tal vez para nosotros también sea hora de crecer.

domingo, 21 de agosto de 2011

UPS PERDON (POR FE)


Por: Cindy Hess
Tienes que esforzarte para ofender a los creyentes. Por naturaleza, son el grupo de personas más perdonador, comprensivo y considerado con que he tratado. Nunca suponen lo peor. Valoran la importancia de tener perspectivas diferentes. Son lentos para enojarse, rápidos para perdonar y casi nunca juzgan con dureza ni actúan con un espíritu que no sea de amor total… No, aguarda un momento, ¡estaba pensando en los perros golden retriever!
Me reí cuando leí esto en un mensaje de correo electrónico. Sin embargo, al haber tenido experiencia con esta raza de perros (y también con cristianos), ¡creo que es cierto que, a veces, los creyentes se enojan con demasiada facilidad! «El director del coro siempre le da los solos a ella». «El pastor ni me miró cuando me dio la mano para saludarme». «Hago de todo aquí; la gente debería valorarme un poco más».
Enojo. Resentimiento. Orgullo. Es verdad, en ocasiones, es necesario ocuparse de las cuestiones entre creyentes. Pero ¿qué pasaría si siempre intentáramos tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros (Mateo 7:12), si no fuéramos tan rápidos para juzgarlos en vez de para perdonarlos (Lucas 6:37) y si demostráramos un poquito de humildad (Filipenses 2:3)?
¿Y qué sucedería si el mundo reconociera, sin ninguna duda, que somos seguidores de Jesús por el amor que tenemos «los unos con los otros» (Juan 13:35)? ¿Es una realidad en nuestro caso?

sábado, 20 de agosto de 2011


Mozart es considerado un genio de la composición musical. En una ocasión, aun el canto de un ave lo inspiró. Tenía de mascota un estornino cuyo canto le fascinaba tanto que, según dicen algunos, escribió una pieza musical basada en la melodía que escuchaba en su gorjeo.
Los pájaros también inspiraban al salmista. En el Salmo 104, el escritor alaba a Dios por las criaturas vivientes que puso en la tierra. Entre las cosas que observaba, estaban las aves que volaban en las alturas de los cielos, que se asentaban sobre ramas de árboles y que cantaban melodías que brotaban de corazones gozosos: «A sus orillas habitan las aves de los cielos; cantan entre las ramas» (v. 12). La naturaleza llenaba el corazón del salmista de alabanza a Dios, y yo creo que incluía los sonidos musicales de los pájaros.
A menudo, las maravillas que vemos en la creación nos impulsan a adorar. Este tema se repite a lo largo de toda la Escritura: «Los cielos cuenta la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1). El estímulo de la creación para la alabanza no necesita limitarse a lo visual, sino que también puede incluir el escuchar los cánticos de la naturaleza. Mientras desandamos nuestra rutina diaria, podemos sintonizar nuestro corazón con las melodías que Dios ha colocado en Sus criaturas y permitir que actúen como una plataforma adicional para alabar al Creador.
La naturaleza toda es una grandiosa sinfonía dirigida por el Creador.

lunes, 15 de agosto de 2011

MI SEÑOR


El día que Jesús resucitó, se les apareció a Sus discípulos y les mostró Sus manos y Sus pies. Se nos dice que, en un primer momento, el gozo que tenían les impidió creer, ya que parecía demasiado maravilloso para ser cierto (Lucas 24:40-41). Tomás no estaba con ellos, pero a él también le resultó difícil creer hasta que lo vio con sus propios ojos. Cuando Jesús se le apareció y le dijo que pusiera sus dedos en los agujeros de los clavos y la mano en Su costado, Tomás exclamó: «¡Señor mío, y Dios mío!» (Juan 20:28).
Tiempo después, cuando Pablo les habló a los filipenses sobre sus sufrimientos, también declaró que Jesús es Señor. Les dio testimonio de que había llegado al punto de considerar todas sus experiencias como pérdida «por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Filipenses 3:8).
Tú y yo jamás vimos a Jesús calmando una tormenta ni resucitando a alguien de la muerte. No nos hemos sentado a Sus pies en una ladera de Galilea ni lo hemos escuchado enseñar. Sin embargo, a través de los ojos de la fe, hemos sido espiritualmente sanados por medio de Su muerte a nuestro favor. Por esta razón, podemos unirnos a Tomás, a Pablo y a muchísimas otras personas para reconocer a Jesús como nuestro Señor.
Jesús dijo: «Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:29). Cuando nosotros creemos, también podemos decirle a Él: «¡Señor mío, y Dios mío!».
Aunque no podamos verlo con los ojos, podemos creer con el corazón: ¡Él es Señor!

sábado, 13 de agosto de 2011

FUERZA DE GRAVEDAD


Todavía me asombra que podamos lanzar sondas al espacio interplanetario. Sin embargo, pienso qué desperdicio sería si, camino a Marte, esa sonda quedara atrapada bajo la fuerza gravitacional de un objeto menor e insignificante. ¡Cuidado! Esto podría estar sucediendo en nuestra vida.
Cuando Jesús llamó a Sus discípulos para que lo siguieran, Su intención era que comenzaran una travesía en la cual lo buscaran con pasión. Los seguidores de Cristo han sido lanzados a una trayectoria cuyo objetivo es acercarse cada vez más a Él. No obstante, en el proceso, solemos distraernos y sucumbir ante el poder de atracción de cosas seductoras, aunque menos importantes. Cuando pasa esto, dejamos de ir en busca del Señor y comenzamos a dar vueltas alrededor de objetivos que, al final, están vacíos y no satisfacen.
El Salmo 63 es la cura para las vidas atrapadas en órbitas sin sentido. David buscó a Dios porque sabía que sólo Él podía satisfacer sus profundos anhelos. Dijo: «Mejor es tu misericordia que la vida» (v. 3). El gozo de la presencia del Señor llenaba cada instante de su vida; por eso, agregaba: «Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche» (v. 6). David sabía que el gozo y el propósito verdadero no proceden de admirar a Dios desde lejos, sino de buscarlo con dedicación.
¡Retomemos el curso y procuremos andar cada vez más cerca del Señor!
Cuanto más cerca caminas del Señor, menos lugar queda para que se interpongan otras cosas.

viernes, 12 de agosto de 2011

COPIONES


Un día, al sentarnos a la mesa, mi hijo  comenzó a protestar diciendo que su hermanita «siempre» copiaba lo que él hacía. Cuando ella lo imita al reírse o al comer las papas fritas antes que la hamburguesa, él se enojaba. Mi esposa y yo tratábamos de hacerle entender que esa era su oportunidad de influir en ella al ser un buen ejemplo.
A diferencia de mi hijo, Pablo invitaba a los demás a copiar su ejemplo (1 Corintios 11:1). En este versículo, concluyó el tema del capítulo 10 donde afirmaba que los corintios amaban lo suficiente a los demás como para limitar sus propias libertades. Decía que, cuando un incrédulo los invitaba a su casa para compartir los alimentos, tenían libertad de comer lo que les ofrecieran (v. 27). No obstante, si comer carne ofrecida a los ídolos hacía que otro creyente se cuestionara si lo que estaba haciendo era correcto, debían restringir su libertad para bien del creyente «más débil» (v. 28).
Pablo instó a la gente a seguir su ejemplo en este sentido, así como él seguía el ejemplo de Cristo. El apóstol no buscaba su bienestar personal, sino el de los demás, al imitar el ejemplo de amor, unidad, aceptación y sacrificio de Jesús.
Asimismo, nosotros debemos seguir el ejemplo del Señor hasta el más mínimo detalle, de modo que podamos decirles con confianza a nuestros hermanos y hermanas: «Cópienme como yo copio a Cristo».
Vive una vida digna de imitar al imitar a Cristo.

jueves, 11 de agosto de 2011

HOY NO ES SIEMPRE


«Piensa en lo bien que te vas a sentir cuando deje de doler», decía mi madre. Cuando era niño, solía recibir este consejo de mi mamá; en general, después de algún golpe o raspón sin importancia que desencadenaba una reacción dramática de mi parte. En aquella época, el consejo no me servía, porque en lo único que podía pensar era en mi dolor, ante el cual, la única reacción apropiada eran gemidos a toda voz acompañados de lágrimas.
No obstante, con el paso de los años, el consejo de mi madre me ha ayudado a atravesar algunas situaciones verdaderamente angustiosas. Ya sea que se tratara del dolor de un corazón quebrantado o de la tristeza de una enfermedad interminable, recordaba: Ahora no es siempre.
La confianza que tenemos como creyentes es que Dios tiene un buen plan para nosotros. El sufrimiento no formó parte de Su creación original, pero sirve de recordatorio temporal de lo que sucede en un mundo donde el orden divino ha sido quebrantado. También nos motiva a comunicar el mensaje del plan de Dios para redimir a la humanidad del sufrimiento causado por el pecado.
Aunque no podemos evitar el dolor ni la decepción (Juan 16:33), sabemos que son sólo transitorios. Algunas angustias se aliviarán en esta vida, pero todas desaparecerán cuando Dios, en definitiva y con autoridad, establezca Su cielo nuevo y tierra nueva (Apocalipsis 21:1). Ahora no es siempre.

Las pérdidas en la tierra ni siquiera se comparan con las ganancias del cielo.

EN EL NOMBRE DE JESÚS 3


Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores: Aunque no tenía pecado, intercedió por quienes lo estaban crucificando: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: Frente a los insultos, el hambre y el miedo, Jesús venció a nuestro enemigo al resistir toda tentación de no confiar en Su Padre, incluso cuando murió en la cruz (Mateo 4:1-11).
Entonces, al combinar todos los elementos de la oración de Jesús, entendemos cómo pedir en Su nombre.
Hay que admitir que esto podría hacer que oráramos de maneras que, al principio, podría parecer más general de lo que estamos acostumbrados. Pero ¿qué podría agradar más a nuestro Dios que expresar nuestro deseo de glorificar Su nombre en toda circunstancia, solicitar que se haga Su voluntad cuando enfrentamos nuestros peores miedos, rogar Su provisión cada día suplicar Su perdón mientras mostramos misericordia en todas nuestras relaciones e implorar que nos libre de nuestro enemigo en cada momento de tentación?
Con el tiempo, podríamos aprender que orar así realmente nos permitirá concentrarnos en los «qué» que sabemos que están arraigados en lo más profundo de Su corazón. Con el tiempo, seríamos capaces de descubrir de verdad que confiamos más en nuestras peticiones al aprender a dejar en Sus manos los «cómo» y los «cuándo» de Sus respuestas.
Con una conciencia renovada del significado de la oración en el nombre de Jesús, podemos unirnos para decir:
Padre celestial, ayúdanos a usar el nombre de tu Hijo no solo para entrar agradecidos a tu presencia, sino también para solicitarte lo que nos enseñaste a pedir: tu gloria, el bien de tu Hijo y nuestro gozo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

EN EL NOMBRE DE JESÚS 2 DE 3


¿Qué hay en un nombre? En Oriente Medio, en la antigüedad, los nombres solían elegirse más por su significado que por su sonido o popularidad. En ese sentido, frecuentemente se consideraba un reflejo del carácter de la persona.
En una cultura donde los nombres tenían tal significado, el de Jesús, para los discípulos, implicaba más que el acceso al Padre. Cuando dijo: «Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré», estaba dejando en claro que, cuando nuestras peticiones están de acuerdo con Su corazón y Su voluntad, Él nos da lo que queremos.
¿Cómo es pedir en el nombre de Jesús? La respuesta se nos muestra en la oración modelo que actuó como espejo del corazón de nuestro Señor.
Cuando los discípulos le pidieron al Maestro que les enseñara a orar (Mateo 6; Lucas 11), les mostró cómo hacerlo en Su nombre y los instruyó a decir:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre: Era el propósito más profundo del Hijo; nació para santificar el nombre de Su Padre (Lucas 1:31-32).
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra: Como lo expresaron Sus primeras palabras registradas, había venido para estar en los negocios de Su Padre (Lucas 2:49; Juan 5:30).
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy: Como sabía lo que significaba estar sin alimentos ni refugio, el Hijo descansaba en la facultad del Padre para proveerle (Mateo 4:4; 8:20; Juan 4:32).
<>

martes, 9 de agosto de 2011

EN EL NOMBRE DE JESÚS 1 DE 3


Sólo unas horas antes de morir, Jesús les prometió a Sus discípulos: «Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré» (Juan 14:14).
Dos mil años después, estas palabras siguen resonando en todo el mundo. En la actualidad, millones de creyentes terminan sus plegarias diciendo: «en el nombre de Jesús».
¿Qué hay de la promesa? Si nos consideramos cristianos, probablemente digamos que oramos en el nombre de Jesús. Sin embargo, ¿quiénes podrían sugerir que, al hacerlo, obtenemos todo lo que pedimos?
Quizá no tomemos la promesa en forma literal. Después de todo, el sentido común nos dice que nuestro Señor no consideraría la oración como un cheque en blanco que simplemente debe completarse y firmarse en Su nombre. Los padres amorosos no les dan a sus hijos todo lo que desean. Además, algunos seríamos peligrosos si pudiéramos decir la palabra correcta y obtener todo lo que pedimos. Pero, si ese es el caso, ¿por qué después el Señor repitió Su promesa de honrar todo pedido en Su nombre (15:16; 16:23)?
¿Qué quiso decir Jesús cuando prometió atender cualquier solicitud en Su nombre? Gracias a Dios, no tenemos que adivinarlo. En la misma enseñanza, el Hijo de Dios después aclaró que lograr respuestas a nuestras plegarias implica más que agregar Su nombre al final. Al comparar Su relación con Sus discípulos con la de la vid y los pámpanos, dijo: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros…» (Juan 15:7).
Luego el apóstol Juan aclaró aún más el concepto. En su primera carta del Nuevo Testamento, insta a sus lectores a continuar creyendo en el nombre del Hijo de Dios, e inmediatamente agrega: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. …» (1 Juan 5:14-15).
Aquí, por tercera vez, tenemos una promesa de respuesta, pero las tres instancias parecen depender de condiciones diferentes. ¿Cómo podemos estar seguros de que «permanecer en Él» y «pedir conforme a Su voluntad» dilucidan el significado de «orar en el nombre de Jesús»?
La respuesta se desprende de otra pregunta: <>

lunes, 8 de agosto de 2011

ECHALE LA CULPA AL DIABLO

En marzo de 2009, en el estado de Washington, una mujer de 62 años fue acusada de robar más de 73.000 dólares de la iglesia adonde asistía. Cuando los detectives la interrogaron, dijo: «Satanás tuvo una gran participación en el robo». Suena como si dijera que el diablo la obligó a hacerlo.
Quizá Satanás haya desempeñado su parte en las decisiones de esa mujer, pero ella tenía algunos conceptos equivocados sobre la tentación y el pecado. El diablo tienta a los creyentes, pero no los hace pecar. Santiago dice que tampoco hay que culpar a Dios: «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie» (Santiago 1:13). El Señor es bueno y santo.
Entonces, ¿a quién debemos culpar por nuestro pecado? Santiago dice: «Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido» (v. 14). Así como un pescador usa un cebo para atraer a su presa, nuestros deseos malos y descontrolados nos llevan a ceder ante la tentación y el pecado.
Cuando pecamos desobedeciendo a Dios, no culpemos a otros ni justifiquemos nuestras acciones con la teología errónea de que «el diablo me obligó a hacerlo». En cambio, asumamos toda la responsabilidad por nuestros actos, confesemos nuestros pecados a un Dios de gracia y perdonador, y procuremos volver a vivir una vida recta.

viernes, 5 de agosto de 2011

VIRUS


La pandemia de gripe AH1N1 centró la atención del mundo en los virus. Estos son organismos vivientes que necesitan un huésped para sobrevivir y para causar estragos. En algunos casos, un virus está presente muchos años antes de que el huésped siquiera se entere. Durante ese tiempo, puede provocar daños incalculables en diferentes partes. Si se lo elimina de dicho huésped, el virus puede permanecer latente o morir.
De manera similar, el pecado necesita un huésped para mantenerse vivo. Por sí solos, los pecados como el orgullo, la codicia, el enojo y el egoísmo son sólo palabras. Sin embargo, cuando el pecado domina un huésped humano, trabaja provocando destrucción mientras la persona tiene vida.
Gracias a Dios, por la muerte de Jesús como sacrificio en la cruz, los creyentes en Él han sido posicionalmente «libertados del pecado» (Romanos 6:18). Aunque seguimos pecando, el Espíritu Santo que vive en nosotros nos ayuda a resistir ese «virus del pecado»: los deseos de la carne (Gálatas 5:16). El apóstol Juan nos dice: «Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene en sí mismo el germen de la vida de Dios» (1 Juan 3:9 DHH). Ahora andamos en dependencia del Espíritu y un día nos presentaremos «sin mancha delante de su gloria con gran alegría» (Judas 24).
¿Esto no te produce un gran consuelo al enfrentarte hoy con un mundo infectado por el «virus» del pecado?
El pecado es la enfermedad, Cristo es la cura.

martes, 2 de agosto de 2011

CARTA A MI HIJA


Una hermana en Cristo y amiga escribió la siguiente carta a su hija, quien se encontraba estudiando en la universidad en otra ciudad.
Querida Sarah,
Gracias una vez más por ser tan honesta y tan abierta al compartir tus luchas con papá y conmigo. Te felicitamos por la decisión que tomaste el fin de semana pasado.
Puesto que tú y Roberto abrieron un poquito la puerta que conduce a la experiencia física del matrimonio, te sientes muy atraída a experimentar otra vez esos profundos sentimientos y emociones. Pero esa puerta tiene que permanecer cerrada, Sarah, hasta que tú y Roberto se comprometan el uno con el otro en el santo vínculo del matrimonio el día de sus bodas (Efesios 5).
Pedimos a Dios que te dé Su fortaleza para que mantengas esa puerta cerrada. Dices que tienes que recordar dónde está tu fortaleza. Sí, no puedes apoyarte en tu propia fuerza humana. Si te apoyas en tu propia fuerza, Satanás te puede derrotar. Pero con Dios, ¡tienes la victoria! (Filipenses 4:13).
Dices que parece que Robert lucha más con la tentación sexual que tú. Eso es normal. Él también debe esperar que eso continúe hasta que se case. No va a desaparecer. Hablas de que «chocaste con una pared que te detuvo». Esa pared es la pared de Dios. Dios ha puesto esas fronteras y no quiere que entres en una relación física que está reservada solamente para el matrimonio (1 Corintios 6:18).
Dices que deseas que su amistad crezca aún más antes del matrimonio. Creo que seguirá creciendo, excepto si se involucran físicamente. Si el sexo llega a ser tan importante en una relación, esa área crece y empieza a dominar las otras a expensas del amor y de la amistad. La relación física puede avanzar con ímpetu (como les ha sucedido a algunos de tus amigos), pero eso dejará de lado al amor y a la amistad. En otras palabras, las relaciones sexuales pueden llegar a ser el centro de la relación, en cuyo caso, los otros aspectos más importantes, como su amor, su amistad, su comunión con Dios y su relación con los demás, se verán afectados.
¡Oramos mucho por ti en medio de todo esto! ¡Qué hermoso es saber que Dios está a tu lado!
Con mucho amor y muchas oraciones por ti y por Roberto,
Mamá.