
En los versículos 2 y 3 del mismo capitulo, es evidente que Pedro había reiniciado su negocio pesquero. Apenas unos días antes, estaba calentándose las manos en un fogón, después de haber negado a Jesús para salvar el pellejo (Juan 18:17-18). Entonces, si sintió que ya había fallado ¿por qué no volver a la pesca?
Mientras Pedro y sus compañeros arrojaban las redes, el Señor preparó un fuego en la playa. ¿Se trató de una coincidencia? ¡Lo dudo! Y mientras Pedro se acercaba a Jesús, me pregunto si el intenso aroma de las brasas le hizo recordar aquel otro fogón, donde le había fallado a Cristo. Aun así, en Su misericordia, Jesús tomó la iniciativa de volver a llamarlo a Su servicio.
Piénsalo: Jesús está dispuesto a perdonar nuestros fracasos (1Juan 1:9) y llamarnos a servirlo. Después de todo, si solo las personas perfectas fueran aptas para Su servicio, ¡no tendría nadie a quien elegir!
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