Muchos viven queriendo ser números uno permanentemente, y
ese es el único sentimiento que da significado a su existencia. Quizás no
piensan ser el número uno en las listas de éxitos, pero sí en su trabajo, su
posición social, su carrera… Se dicen a sí mismos <<El fin justifica los
medios>> Grave error. Si puedes llegar al número uno, bien, pero eso no
debe ser el sentido de tu vida. Dios nos ha hecho a cada uno de nosotros únicos
y especiales, no tenemos necesidad de demostrar nada.
Para Dios sí que somos los números uno, porque El nos ama
por completo a cada uno de nosotros.
Dicen, el mundo es de los vencedores, pero Dios ama a
aquellos que no han tenido ninguna oportunidad, a los olvidados y marginados.
La gente se fija en las apariencias, Dios se fija en el
corazón…. Dios escoge a los débiles, a los despreciados, a los que “aparentemente”
no tienen valor. Dios es el Dios de los débiles, Dios ama a aquellos que casi
todos desprecian.
Si buscamos nuestro significado como personas en cualquier
otra cosa, vamos a tener problemas. Si mi vida tiene sentido sólo cuando los
demás aprecian lo que hago, voy a tener problemas. Si solamente encuentro
felicidad en lo más alto de la “escalera”, mi existencia vale muy poco.
Sin embargo, si nuestra vida descansa en el amor del
Creador, el pasado, el presente y el futuro son nuestros amigos. Luchamos si, pero no para dejar a otros por
debajo nuestro, sino para hacerlos felices., mientras nosotros lo somos
también. Porque no tenemos dudas en cuanto a sentirnos seguros, tranquilos,
apreciados y queridos. Dios hace todo eso por nosotros. Y lo hace muy bien,
mejor que nadie.
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