Un Restaurante de comida mexicana en Guadalajara anuncia: ¡Come todo lo que puedas en 30 minutos y paga sólo la mitad del precio! Después de probarlo, un cliente informó: «Perdí el decoro y me llené la boca con comida en exceso. Me olvidé de mis buenos modales, y no tuve hambre el resto del día, ya que el ardor de estómago era terrible».
Me parece que durante nuestro tiempo devocional, a veces tratamos la Palabra de Dios como si fuera un comedor exprés. La engullimos lo más rápido posible y nos preguntamos por qué no aprendimos mucho. Tal como con la comida física, ¡el alimento espiritual debe masticarse! Los que somos creyentes desde hace mucho tiempo quizá tengamos la tendencia a leer con rapidez los pasajes que ya hemos leído muchas veces. Sin embargo, al hacerlo, no aprovechamos lo que Dios desea mostrarnos. Una señal evidente de esto se observa cuando no aprendemos nada nuevo de esa porción de la Escritura.
El deseo de David era apropiado cuando escribió en el Salmo 119:15: «En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos». Así debe abordarse la Palabra de Dios: dedicar tiempo para meditar en ella.
No nos acerquemos a la Biblia como si fuéramos a un comedor exprés. La única manera de obtener el máximo beneficio para nuestro bienestar espiritual es meditando en la Palabra de Dios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario