lunes, 16 de enero de 2012

CONDUCIENDO EN LA OSCURIDAD

Siempre he pensado que podría superar casi cualquier situación si el Señor me anticipara el resultado. No dudo lo que afirma Romanos 8:28, pero me iría mucho mejor durante los tiempos difíciles si supiera exactamente qué aspecto tiene el «bien».
Sin embargo, por lo general, Dios no nos muestra adónde nos está llevando, sino que solo nos pide que confiemos en Él. Es como conducir un automóvil durante la noche. Las luces nunca alumbran el trayecto completo hasta nuestro destino, sino que iluminan solo unos 50 metros al frente. Pero esto no nos desamina a continuar avanzando, ya que confiamos en
ellas. Lo único que en realidad necesitamos es suficiente luz para seguir adelante.
La Palabra de Dios es como las luces delanteras en momentos oscuros. Está llena de promesas necesarias para que nuestra vida no caiga en la zanja de la amargura y la desesperación. Su Palabra promete que Él nunca nos dejará ni nos desamparará (Hebreos 13:5). Nos asegura que sabe lo que tiene pensado para nuestra vida: planes de paz y no de mal, para darnos el fin que esperamos (Jeremías 29:11). Y también nos dice que el objetivo de las pruebas es convertirnos en personas mejores, no amargadas (Santiago 1:2-4).
Así que, la próxima vez que te parezca que estás conduciendo en la oscuridad, recuerda que debes confiar en tu luz delantera: la Palabra de Dios te iluminará el camino.

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