sábado, 19 de mayo de 2012

¿Y CUÁL ES TU PROBLEMA?


Para el rey David era la lascivia. Para Moisés, la ira. Para Pedro, la falta de dominio propio.
Todos tenemos uno (al menos), así que más vale que lo admitamos.
Me refiero a un problema en nuestras vidas que se interpone entre nosotros y nuestra relación con Dios. Incluso la gente que parece tenerlo todo bajo control —por ejemplo el rey David— puede dejar que una tentación en esa área débil lo lleve a pecar. Y cuando eso pasa, tienes que pagar el precio por el pecado. En su caso, David lo pagó con la muerte de su bebé y un arrepentimiento por lo que había hecho que le duró el resto de su vida.
Al pensar en esto, sería fácil sucumbir a la filosofía de nuestros días. Podríamos decir: Bueno, no fue culpa de David que cometiera adulterio. Fue el ambiente en que vivía. O, él sólo obedeció a un impulso natural. O, después de todo no era nada tan malo. Podríamos fabricarle excusas.
Y podríamos fabricar excusas para nosotros. Pero eso no nos ayudaría a superar el problema.
Piensa en tu propia situación. Eres joven y tienes toda una vida de experiencias por delante. Pero puede que
también luches con algún problema que seguramente te estorbará en tu deseo de agradar a Dios. Si no te ocupas de él ahora, podrías luchar con ello durante años.
Podría ser algo sexual. Podría ser un problema de estilo de vida, como el alcohol u otras drogas. Puede ser la ira, la cual amenaza con destruir tus relaciones. Puede ser la falta de honestidad. Puede ser una lengua descontrolada, ya sea por palabras obscenas, chismes o expresiones llenas de odio. Puede ser falta de interés en las cosas espirituales.
¿Cuál es tu problema?¿Que te tiene enganchado? No esperes hasta que te haga daño, como hizo David. Antes bien dáselo a Dios, huye de la tentación y lucha por vencerla con la ayuda de Dios. Nunca sabrás las consecuencias de la que te estás librando ¡¡¡¡¡¡¡LUCHA!!!!!!!.

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