viernes, 15 de junio de 2012

UNA VIDA DE YO-YO


El yo-yo es un juguete formado por un disco de madera, de plástico o de otros materiales con una ranura profunda en el centro de todo el borde, alrededor de la cual se enrolla un cordón que, anudado a un dedo se hace subir y bajar alternativamente. Se maneja el disco mediante sacudidas hacia arriba y hacia abajo.(en caso de que te preguntes de dónde sale la palabra, es de un idioma filipino que se llama Tagalog y significa «ven, ven») se han convertido en artículos de alta tecnología. Los yoyos de ayer de madera y cuerda han dado paso a modelos hechos de una aleación de titanio.
Los observadores de la industria advierten que la popularidad podría caer con igual rapidez, (de hecho ya casi no se oye de ellos). Pero un lugar donde el yo-yo siempre estará presente es entre los que creen en Cristo, no como juguete, sino como ilustración de nuestras vidas cristianas.

¿Cuántos altibajos experimentamos en un día cualquiera? ¿Una semana cualquiera? Si te pasa lo que a mí, tu vida espiritual empieza a parecerse a un yo-yo en perpetuo movimiento.
¿Hay alguna esperanza para nosotros (que no sea atarnos una cuerda a las narices para completar la apariencia de yo-yo)? Solamente en Dios. Según Efesios 4, cuando ejercitamos los dones que Él nos ha dado nos ayudamos mutuamente a crecer espiritualmente. Entonces somos menos susceptibles a la vida tipo yo-yo.
Cuando nos permitimos deslizarnos de la comunión cristiana perdemos una fuente importante de estabilidad. Nos hacemos vulnerables a los ataques del mundo, a nuestro pecado y a Satanás.
Durante todo este tiempo pensaste que eras el único que trataba de evitar los yoyos espirituales. Ahora sabes que ocurre en la vida de casi todo seguidor de Jesucristo. Una vez más, Dios quiere que cuidemos el uno del otro. Así que quédate cerca de tus hermanas y hermanos en Cristo. Ellos pueden ser una firme influencia en los altibajos de la vida y te ayudarán a mantener la mirada fija en Cristo.

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