La órbita solar de la tierra dura 365 días y un cuarto. Por eso, cada cuatro años se añade un día al calendario para no retrasarnos en el ciclo natural de las cosas. Cada año bisiesto añadimos ese día y lo colocamos al final de febrero. De este modo, el calendario se reajusta al horario astronómico.
En el calendario del antiguo Israel, Dios estableció un medio extraordinario de reajuste. Así como la humanidad había recibido el mandamiento de descansar cada séptimo día (Éxodo 20:8-10), a la tierra también se le permitía reposar durante el séptimo año (Levítico 25:4). Este año sabático le permitía a la tierra de cultivo reponerse para lograr mayor fertilidad. Además, las deudas quedaban canceladas (Deuteronomio 15:1-11) y se libertaba a los esclavos hebreos (vv.12-18).
Con nuestros horarios tan llenos de trabajo y la vida tan ajetreada, nosotros también necesitamos un reajuste. Las exigencias del trabajo, la familia y la iglesia pueden demandar una reevaluación. Una manera de hacerlo es observando el principio del séptimo año: asegurarnos de separar tiempo para descansar y, en oración, volver a centrar nuestras prioridades. Jesús, por ejemplo, iba «a un lugar desierto, y allí oraba» (Marcos 1:35).
¿Cuándo podrás hacer un alto en tus actividades y pedirle a Dios que vuelva a reajustar tu calendario espiritual a Su Palabra y voluntad? ¿Será momento para un reajuste?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario