miércoles, 18 de agosto de 2010

EL ANONIMATO

El impulso a portarse mal y el deseo de permanecer anónimo siempre vienen juntos. Como si fueran un paquete que ofrecen vender en promocion, se esfuerzan al máximo para convencernos de que podemos darnos el lujo de hacer algo malo, porque no tendrémos que pagarlo.
La naturaleza humana nos dice que usemos la cubierta del anonimato para evitar que se nos eche la culpa de las cosas malas que hacemos. Sin embargo, Dios nos dice otra cosa. Él quiere que usemos el anonimato para evitar recibir el crédito por el bien que hacemos (Mateo 6:4). ¿Por qué será que el impulso a permanecer anónimo rara vez acompaña a nuestro deseo de hacer el bien?
La Biblia dice que no hemos de dejar que una mano sepa el bien que la otra está haciendo "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6:3-4). En otras palabras, dentro del cuerpo de Cristo, nuestros actos de caridad deben hacerse sin llamar la atención sobre nosotros mismos. Sin embargo, esto no significa que Dios quiera que las buenas acciones permanezcan ocultas; simplemente, significa que deben hacerse de una manera que le den gloria a Dios y no a nosotros (Mateo 5:16).
Cuando nos ofrecemos como voluntarios para prestar nuestros servicios o realizamos donaciones a la iglesia y organizaciones para hacer bien en el nombre de Jesús, obtenemos algo mucho mejor que la honra de nuestros contemporáneos. ¡Recibimos recompensas de parte de Dios, y Él recibe la gloria de los demás! (1 Pedro 2:12).

No hay comentarios.: