Un año que acaba, otro que empieza. ¡Qué suerte!, podríamos decir. Las catástrofes y los dramas no faltaron durante el año pasado; aunque muchos nos han dejado, pudimos pasar a través de las dificultades y estamos aún aquí, ¡vivos! ¿Qué suerte? No, ¡qué gracia de parte de Dios, quien concede a unos más tiempo para reconciliarse con él y a los demás el de servirle un poco mejor!
Es muy natural estar inquietos, preguntándonos qué será del día de mañana. Sin embargo, por medio de la Biblia sabemos que si Dios nos otorga aún la vida, es porque tiene buenas cosas reservadas para nosotros. Aquel que confía en Jesucristo sabe que, ocurra lo que ocurra, su Dios y Padre estará a su lado para alentarlo, ayudarlo y consolarlo. Sabe que cada día lo acerca al momento en que Jesucristo vendrá a buscar a los suyos para llevarlos a la presencia de Dios, donde hay una felicidad ilimitada. Entonces sí, para el creyente lo mejor está por llegar.
Para aquel que aún no conoce a Jesús personalmente, empieza un nuevo año de gracia. Amigo lector, si este es su caso, si usted no tiene ninguna certeza en cuanto al porvenir, si el temor lo está dominando, entonces busque a Dios con todo su corazón, invóquele con fe en el nombre de Jesucristo, quien murió en su lugar; déjele transformar su vida. Entonces usted podrá decir con nosotros: «¡Lo mejor está por llegar!».
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