lunes, 31 de enero de 2011

SER HACEDOR


Por David C.
Un hombre que ha sido mi maestro durante años suele decir que su meta al estudiar la Biblia es siempre la aplicación personal. Valoro su énfasis en poner el aprendizaje en práctica porque, para quienes estudiamos, discutimos, enseñamos y escribimos acerca de las Escrituras, es sumamente fácil abordar la Palabra desde una perspectiva meramente intelectual.
Oswald Chambers dijo: «Los hijos de Dios corren el riesgo de familiarizarse demasiado con las cosas sublimes. Hablamos demasiado sobre estas realidades maravillosas, pero olvidamos que debemos exhibirlas en nuestras vidas. Es peligrosamente posible confundir la exposición de la verdad con la verdad en sí; dejarnos llevar por la idea de que, como somos capaces de exponer estas cosas, también son una realidad en nuestras vidas».
Santiago nos recuerda que la persona «que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace» (1:25). El tema clave no es lo que se predica o se escribe, sino lo que se hace.
Cuando estudio la Palabra de Dios, mi primera pregunta no debe ser «¿qué voy a decir sobre esto?», sino «¿qué voy a hacer en cuanto a esto?».
Avanzar un paso en la obediencia equivale a años de estudio del tema. 

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