lunes, 21 de marzo de 2011

NO TEMAS A LO CLASICO

Uno de los errores más grandes de la historia fue el intento de la compañía Coca-Cola de cambiar la receta de su clásica bebida. Los ejecutivos de la compañía corrigieron su error rápidamente. Los verdaderos amadores de la Coca-Cola odiaban la nueva receta y protestaron diciendo: ¿Por qué se meten con un clásico?»
Hace varios meses recibí un mail de un viejo amigo y compañero . Me escribió que se había mudado de casa, que había dejado de ir a la iglesia un tiempo, y que ahora asistía a una iglesia que encajaba mejor con su estilo de vida.
No sabía exactamente qué quería decir, pero él me lo aclaró. Dijo que estaba desilusionado de la manera en que lo habían criado (en un hogar cristiano), y que había dejado atrás muchas de sus creencias anticuadas. No le gustaba que lo confrontaran con este o aquel pecado, y se sentía aliviado porque la iglesia a la que estaba asistiendo lo hacía «sentir bien».
Pero el propósito de la iglesia no es hacernos sentir cómodos. Si nos sentimos incómodos puede ser el Espíritu Santo arreglándonos, empujándonos o convenciéndonos de algo.
Fue mi amigo el que cambió. La Biblia es la misma. Dios es el mismo. Santiago 1:17 nos recuerda: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» [énfasis añadido]. Mi amigo estaba tratando de alterar lo que dice la Biblia y de hacerla encajar con la manera en que quería vivir. Pero el que un cristiano trate de encajar en la cultura actual es un grave error. ¡Eso sería un constante cambio de valores!
No, no es la Biblia la que debe cambiar. No es Dios quien necesita ajuste. Y  antes de que cambiemos de asistir a una iglesia que enseña la Biblia a una que nos «hacesentir bien», tenemos que examinarnos mucho y en actitud de oración. ¿Tenemos pecados sin confesar en nuestras vidas? ¿Estamos todavía abiertos al Espíritu Santo y somos sensibles a Él?
No debemos tratar de cambiar lo que Dios ha dicho. No podemos sencillamente tomar las partes de la Biblia que nos hacen sentir bien y dejar de lado las cosas incómodas sobre el pecado. No necesitamos «actualizar» sus palabras. Lo que Él dijo hace siglos todavía aplica hoy.
Su Palabra es eterna. De hecho, podríamos llamarla un clásico.  

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