
Según la Biblia, el propósito de la variedad natural va
más allá de generar un infantil asombro. Los misterios de la naturaleza pueden
ayudarnos a hacer las paces con un Dios que permite angustias y sufrimientos
inexpresables e inexplicables.
Esto lo vemos en la épica historia de Job. Mientras
sufría, Job no sabía que Dios lo tenía en tan alta estima que había permitido
que Satanás probara su fe mediante una serie de pérdidas.
De ello surge esta consiguiente e inevitable conclusión:
Un Creador que tiene la sabiduría y el poder para diseñar las maravillas de la
naturaleza es lo suficientemente grandioso para confiarle la angustia y el
sufrimiento que superan nuestra capacidad de comprensión. Lleno de asombro, Job
proclamó: «Yo conozco que todo lo puedes» (42:2).
Podemos confiar en esta clase de Dios… pase lo que pase.
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