lunes, 19 de julio de 2010

DISTORSION

Los cartógrafos lidian con el problema de la distorsión cuando muestran la forma redonda de la tierra en la superficie plana de un mapa. Como no hay manera perfecta de hacerlo, algunos mapamundis muestran Groenlandia como si fuese mayor que Australia.


Los cristianos también tenemos que lidiar con el problema de la distorsión. Cuando tratamos de entender el reino espiritual dentro de las limitaciones del mundo físico, podemos terminar exagerando aspectos secundarios y minimizando lo que es importante.


El Nuevo Testamento a menudo trata la distorsión que surge cuando las ideas de maestros populares se vuelven más importantes para nosotros que lo que Dios dice. El apóstol Pablo dijo que el propósito de Dios es «el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida» (1 Timoteo 1:5). La sana enseñanza no distorsiona la Palabra de Dios ni divide la Iglesia. Más bien, une a los creyentes y edifica el cuerpo de Cristo para que sus miembros cuiden unos de otros y hagan la obra de Dios en el mundo (1 Corintios 12:25).


Todo intento humano por explicar a Dios es insuficiente, e incluso puede distorsionar nuestras prioridades, confundir nuestro pensamiento y echar abajo nuestro entendimiento de la vida espiritual. Para evitar distorsionar la verdad de Dios, debemos depender de Su poder, no de la sabiduría del hombre (1 Corintios 2:5).

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