Un funcionario etíope volvía de Jerusalén, donde Jesucristo había sido crucificado pocos años antes. Sentado en su carro, el etíope leía el libro del profeta Isaías: “Como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (53:7). Pero el hombre no entendía. Fue entonces cuando el evangelista Felipe se acercó al carro y le preguntó: “¿Entiendes lo que lees?”. El funcionario le respondió: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? ”. Felipe le explicó que el profeta hablaba del Mesías prometido a Israel, el que debía sufrir y dar su vida para ser el Salvador del mundo, y siguió presentándole a Jesucristo como la realización de lo que anunciaba el texto. Esto respondió a las secretas preguntas del funcionario, quien creyó, fue bautizado y “siguió gozoso su camino” con Cristo.
La pregunta de Felipe puede ser hecha a cada uno de nosotros. ¿Entiende la Biblia cuando la lee? Si le parece un libro inaccesible, especialmente el Antiguo Testamento, permítame darle un consejo: la clave para comprender la Escritura es buscar a Jesús en sus páginas, el enviado de Dios, el Salvador del mundo. Él es el centro de la revelación de Dios y el único medio de salvación. Para poder utilizar esta clave es necesario leer la Palabra con confianza en Dios y con oración. Por medio de ella el Dios vivo nos habla y nos enseña, Él quiere bendecirnos desde ahora y por la eternidad.
Te comparto una herramienta que a sido de bendición para mi vida
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