Un número cada vez mayor de libros antiguos encuadernados en cuero se están comprando no por su contenido sino por sus tapas. Los diseñadores de interiores los compran por metros y los usan para crear una atmósfera cálida y con sabor antiguo en los hogares de clientes ricos. Es de importancia fundamental que encajen con el decorado de una habitación. Un empresario adinerado compró trece mil libros antiguos que nunca leerá, sólo para crear una biblioteca y exponerla en su casa reformada. Esos libros están sólo para exhibirse.
Centrarse en las apariencias externas puede ser una manera placentera de decorar una casa, pero es una peligrosa manera de vivir. Jesús reprendió a muchos líderes religiosos de Su tiempo porque no practicaban lo que predicaban. Eran adictos a recibir alabanza y a sentirse autosuficientes. En vez de abrirles el reino de los cielos a las personas, cerraban la puerta en sus narices. Jesús dijo de ellos, «hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres» (Mt. 23:5).
El Señor nos llama a ser personas de riqueza interior, no sólo de apariencias externas. Hemos de demostrar la realidad de Su presencia en nosotros por medio de una actitud de humildad. «Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor» (v.11).
Al vivir para Jesús, nuestro contenido es muchísimo más importante que nuestra tapa. Estamos aquí para más que una exposición.
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