Se cuenta una historia del un ministro escoces , quien pudo enfrentar la situacion mas funesta y aun encontrar algo por que estar agradecido. Un oscuro domingo por la manana, cuando el tiempo estaba congelado, humedo y tormentoso, uno de los diaconos susurro, «Estoy seguro que el predicador no podra agradecer a Dios por nada en un dia como este. ¡Esta absolutamente horrible afuera!» El pastor comenzo el culto orando, «Te agradecemos, oh Dios, que el tiempo no siempre es asi.»
El apostol Pablo tambien veia lo mejor en cada situacion. Considera sus circunstancias cuando escribio a la iglesia en Efeso mientras esperaba el juicio ante el emperador romano Neron. La mayoria de las personas habria concluido que era un prisionero de Roma. Pero Pablo se veia a si mismo como un prisionero de Cristo. El pensaba en sus penurias como una oportunidad para llevar el evangelio a los gentiles.
Estas palabras de Pablo nos deben desafiar: «A mi, que soy menos que el mas pequeno de todos los santos, se me concedio esta gracia: anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo» (Efesios 3:8).
Pablo, un prisionero de Cristo, se veia a si mismo como que habia recibido el privilegio de servir a Dios y de presentar las «riquezas de Cristo» a muchos.
¿De quien somos prisioneros?
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