
Las personas también visitan Jerusalén con regularidad para ver el lugar donde Jesús murió y fue sepultado. Pero hay un asombroso contraste -el cuerpo del Cristo crucificado no está en ninguna parte. Oh, hay un sepulcro cavado en la roca, donde, según la tradición, se colocó el cuerpo con las marcas de los clavos, atravesado por la lanza, y coronado con espinas de Cristo. Pero al ser resucitado por el poder de Dios Su Padre, el Salvador dejó tras Sí Su mortaja al emerger de la tumba, como una mariposa que abandona su capullo.
Jesús está vivo y puedes conocer Su presencia hoy. Debido a Su muerte expiatoria y la tumba vacía, puedes tener vida eterna (1 Co. 15:20-22).
Sólo tienes que admitir que eres un pecador y que quieres Su salvación. Él te dará vida nueva ahora, y un día lo verás a Él y estarás con Él para siempre (1 P. 1:3-5).
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