En una visita que hice con mi familia a mi hermano que vive en el hermoso Puerto de Manzanillo, Colima, al pasar por un paso a desnivel observe una patrulla del Departamento de Transito estacionada sin tripulantes y le pregunte a mi hermano (el trabaja como oficial de tránsito en el puerto) el porqué de esa situación y me comento que los automovilistas imprudentes corren a exceso de velocidad por las noches en ese punto, y que a cierta hora un oficial va a la patrulla y prende las torretas (luces) de la patrulla y sin previo aviso hay oficiales a bordo de ella para que los conductores infractores sean detenidos y como no saben que día va a estar tripulada eso fue suficiente para hacer que los conductores disminuyeran la velocidad. Fue una manera creativa de engañar a las personas para que obedecieran la ley.
Como creyentes en Jesucristo, no se nos debe obligar o engañar a hacer lo que es correcto. De hecho, la obediencia puede perder su importancia si sólo obedecemos por obligación o deber. Nuestro deseo debe ser hacer lo que agrada a nuestro Señor porque Le amamos. Jesús dijo: «El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ese es el que Me ama» (Juan 14:21).
Procuremos hacer las cosas que son agradables delante de él (1Juan 3:22).
Hagamos lo correcto por la gratitud de nuestro corazón por Su gracia para con nosotros.
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