
También hay un costo por seguir a Jesús y experimentar la libertad que Él da. Cuando los pescadores Pedro y Andrés escucharon el llamado de Jesús «seguidme, y yo os hare pescadores de hombres», ellos «dejando al instante las redes, le siguieron» (Mateo 4:19-20). De manera similar, Santiago y Juan dejaron a su padre y su sustento para embarcarse en una precaria vida de discipulado. Conocían el costo y eligieron seguir a Jesús, dejando todo atrás (vv. 21-22).
¡Qué ejemplo para todos nosotros que afirmamos ser discípulos de Jesús! Él dijo: «El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:27). ¿Estamos dispuestos a hacer sacrificios, grandes y pequeños, por nuestro Señor? Respondamos a la invitación del Salvador, «sígueme», no sólo de palabra sino de acción
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