jueves, 4 de febrero de 2010

UN MURO QUE UNIFICA

Las paredes dividen. Es por eso que se construyen. La Gran Muralla de China se construyó para mantener alejadas a las tribus que merodeaban para saquear. En algún momento, esa extraordinaria línea de defensa se extendió serpenteante a lo largo de casi ocho mil kilometros a través de Asia, y la mayor parte de ésta todavía sigue en pie. En contraste, el Muro de Berlín mantenía a las personas dentro en vez de mantenerlas fuera. Su destrucción en 1989 reunió a las personas en una alegre celebración.

Siglos atrás, la reconstrucción de otro muro sirvió para reunir a las personas. Dios le había dicho a Nehemías que reconstruyera el muro alrededor de Jerusalén. Este era esencial para propósitos de proteccion pero había sido demolido durante la invasión babilónica. Además, los enemigos de los judíos se oponían al proyecto de reconstrucción y buscaban maneras de sabotear los esfuerzos del pueblo de Dios (Nehemías 4:7-8). Mientras que la mitad de los hombres trabajaban, los demás hacían guardia para protegerlos.

Además de brindar protección, este muro era una demostración de trabajo en equipo y unidad (Nehemías 3). Todos los miembros del equipo aportaron sus talentos y habilidades, combinándolos para lograr mucho más de lo que habrían podido alcanzar de manera individual.

Hoy debe ser así en la iglesia. Nuestros talentos son dones que Dios da para que los usemos en la construcción de Su reino. Trabajamos mejor cuando trabajamos juntos.

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