domingo, 28 de agosto de 2011

DISCIPLINA A TIEMPO


Nuestro patio (yarda) tiene varios árboles de mango muy altos, así que, tenemos sol durante muy poco tiempo en el día. Pero como nos encantan los tomates frescos, decidí intentar cultivarlos en  algunos lugares soleados.
Las plantas empezaron a crecer de inmediato y con rapidez. Yo estaba contentísimo… hasta que me di cuenta de que su veloz crecimiento se debía al esfuerzo por alcanzar la limitada luz solar. Cuando comprendí lo que pasaba, los tallos ya eran demasiado pesados para mantenerse erguidos. Entonces, busqué unas estacas, los levanté cuidadosamente y los sujeté para que quedaran derechos. Aunque traté de hacerlo con cuidado, una de las ramas torcidas se quebró cuando traté de enderezarla.
Esto me recuerda que la disciplina debe comenzar a aplicarse antes de que el carácter ya esté torcido o doblado permanentemente.
El sacerdote Elí tenía dos hijos a los cuales no había disciplinado. Cuando la maldad de ellos llegó a tal extremo que él ya no pudo ignorarla, trató de reprenderlos con delicadeza (1 Samuel 2:24-25), pero era demasiado tarde. Entonces, Dios anunció las nefastas consecuencias: «… que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado» (3:13).
Cuando nos enderezan, duele; pero si no se corrigen nuestras torceduras, a la larga dolerá más.

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