jueves, 11 de agosto de 2011

EN EL NOMBRE DE JESÚS 3


Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores: Aunque no tenía pecado, intercedió por quienes lo estaban crucificando: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: Frente a los insultos, el hambre y el miedo, Jesús venció a nuestro enemigo al resistir toda tentación de no confiar en Su Padre, incluso cuando murió en la cruz (Mateo 4:1-11).
Entonces, al combinar todos los elementos de la oración de Jesús, entendemos cómo pedir en Su nombre.
Hay que admitir que esto podría hacer que oráramos de maneras que, al principio, podría parecer más general de lo que estamos acostumbrados. Pero ¿qué podría agradar más a nuestro Dios que expresar nuestro deseo de glorificar Su nombre en toda circunstancia, solicitar que se haga Su voluntad cuando enfrentamos nuestros peores miedos, rogar Su provisión cada día suplicar Su perdón mientras mostramos misericordia en todas nuestras relaciones e implorar que nos libre de nuestro enemigo en cada momento de tentación?
Con el tiempo, podríamos aprender que orar así realmente nos permitirá concentrarnos en los «qué» que sabemos que están arraigados en lo más profundo de Su corazón. Con el tiempo, seríamos capaces de descubrir de verdad que confiamos más en nuestras peticiones al aprender a dejar en Sus manos los «cómo» y los «cuándo» de Sus respuestas.
Con una conciencia renovada del significado de la oración en el nombre de Jesús, podemos unirnos para decir:
Padre celestial, ayúdanos a usar el nombre de tu Hijo no solo para entrar agradecidos a tu presencia, sino también para solicitarte lo que nos enseñaste a pedir: tu gloria, el bien de tu Hijo y nuestro gozo.

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