Aporte de: David C. McCasland
El libro de Jueces es un relato del pueblo de Dios decayendo en la indiferencia espiritual y la rebelión. Después de la muerte de Josué y sus contemporáneos, la siguiente generación «abandonó al Señor, el Dios de sus padres, . . . y siguieron a otros dioses de entre los dioses de los pueblos que estaban a su derredor» (Jue. 2:12).
Este sombrío registro de lealtad titubeante apenas parece ser el lugar donde encontrar héroes espirituales y, sin embargo, cuatro personas del tiempo de los Jueces -Gedeón, Barac, Sansón, y Jefté (caps. 4-16)- se nombran en el libro de los Hebreos en el Nuevo Testamento (11:32). Junto con Noé, Abraham, Moisés y otros personajes notables, a ellos se les elogia por su fe.
Sin embargo, el libro de Jueces presenta a estos hombres como personas con defectos que, a pesar de ello, respondieron al llamado de Dios durante una época de oscuridad espiritual en su cultura. La Biblia los honra por su fe, no por su perfección. Fueron receptores de la gracia de Dios, con la misma seguridad que lo somos nosotros.
En toda generación, Dios levanta personas que le son fieles a Él y a Su Palabra. El criterio para medir sus vidas y las nuestras no se encuentra en la ausencia de fracasos sino en la presencia del perdón de Dios lleno de gracia, y en la fe para obedecer Su llamado. Todos los campeones de Dios son héroes inverosímiles.
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