Si de alguna forma te gustan los deportes, sabes que los aficionados pueden ser tan cambiantes como el tiempo. El jugador estrella de un equipo puede escuchar 1.000 porras si le va bien —ó 1.000 abucheos si lo hace mal.
Las figuras deportivas fácilmente caen de la gloria porque las personas son inconstantes, están ansiosas porseguir al que les hace sentir bien, pero dispuestas a volverse en contra suya si no todo sale como quieren, es mas si son aficionados algun equipo y gana un partido dicen ¡ganamos! y si pierde dicen ¡perdieron!.
Las Escrituras contienen un ejemplo de inconstancia muchísimo más grave. Una gran multitud en Jerusalén alabó, honró y vitoreó a Jesús el domingo que entró en la ciudad montado en un burro (Mt. 21:6–11). Pero tan sólo unos cuantos días después, puede que algunas de esas mismas personas hayan estado en la multitud que clamaba la crucifixión de Jesús (27:20–23). El domingo Le adoraron, pero el viernes ya no Le querían por allí.
No vacilemos en nuestra relación con el Señor. Algunas veces adoramos a Jesús efusivamente el domingo, pero tan sólo al día siguiente vivimos como si Su presencia nos fuera molesta. O el domingo Le decimos que Le amamos, pero luego no Le obedecemos durante la semana.
No seas un Fan inconstante de Jesús. Adórale cada día —no sólo el domingo.
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