¿Alguna vez te has enfrentado a alguna tarea y has sentido como si fuera lo último en la tierra que querrías hacer? Cortar el pasto,barrer las hojas de los árboles, lavar los platos, limpiar la casa o incluso preparar una clase de escuela dominical, después de una semana agotadora, puede hacer que tengamos ganas de dejar las cosas para más tarde.
Cuando esto sucede, mi esposa y yo tenemos un lema que nos repetimos el uno al otro: «No tengo ganas pero lo voy a hacer de todos modos». Reconocer nuestra falta de motivación y después elegir ser responsables puede ayudarnos a seguir adelante.
En las parábolas de Jesús se puede ver el valor que Dios da a la fe y la obediencia. Cristo habló acerca de dos hijos a los que se les pidió que trabajaran en la viña. El primero dijo que no, pero «después, arrepentido, fue» (Mateo 21:29). El segundo dijo que sí, pero no siguió adelante. Después el Señor les preguntó a sus oyentes: «¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» (v. 31). La respuesta obvia es que fue aquel que cumplió la tarea.
La ilustración de nuestro Señor subraya un principio espiritual clave. Dios está interesado en nuestra fe y obediencia no sólo en nuestras buenas intenciones. La próxima vez que estés tentado a eludir tus deberes, ¿por qué no decir, «no tengo ganas», y luego pedirle a Dios la gracia para hacerlo de todos modos?
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