Según una noticia en la web, cerca del poblado de Gevas al este de Turquía, mientras los pastores tomaban su desayuno, una de sus ovejas saltó por un precipicio de casi 14 metros y se mató. Luego, ante la mirada de asombro de los pastores, el resto del rebaño la siguió. En total, 1.500 ovejas se lanzaron ciegamente por el precipicio. La única buena noticia era que la caída de las últimas mil ovejas fue amortiguada por la creciente pila de lana de aquellas que habían saltado primero. 450 ovejas murieron.
A menudo, la Biblia se refiere a los seres humanos como ovejas (Salmo 100:3; Isaias 53:6; Mateo 9:36).
Al distraernos fácilmente y al ser susceptibles a la influencia de grupo, preferimos seguir a la multitud que a la sabiduría del Pastor.
Me alegra que la Biblia también describa a las ovejas de una manera positiva. Jesús dijo: «Yo soy el Buen Pastor . . . . Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen» (Juan 10:14,27).
Así que la gran pregunta para nosotros es: ¿A quién estamos siguiendo? ¿Nos seguimos unos a otros? ¿Seguimos a pastores egocéntricos? ¿O seguimos la voz y la dirección del Buen Pastor?
Nuestro desafío es evitar el error de las ovejas que ciegamente se siguieron unas a otras para lanzarse por un precipicio. Debemos hacernos el propósito diario de preguntarnos: ¿Estoy escuchando la voz del Buen Pastor? ¿Le estoy siguiendo?
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