Cuando María dejó la compañía, un amigo le preguntó qué hizo con los conejos. Ella respondió: «Bueno, en realidad no me gustan los conejos, así que los regalé todos».
Las personas tienen buenas intenciones, pero no siempre nos conocen bien. Nunca nos conocerán como Dios nos conoce. No hay nada acerca de nosotros que Le sea oculto. El Salmo 139 nos dice:
• Dios sabe todo lo que hacemos (v. 2). Sabe todas las actividades en nuestro día y cada detalle de nuestro horario.
• Dios sabe todo lo que pensamos (v. 2), lo bueno y lo malo, lo saludable y lo impuro.
• Dios sabe todos los lugares a donde vamos. «Has escudriñado mi andar, . . . y todos mis caminos Te son conocidos» (v. 3)
• Dios sabe todo lo que decimos (v. 4).
Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. ¡Qué consuelo que nuestro Señor nos conozca de manera tan íntima, aun con todos nuestros defectos, y sin embargo que nos ame de manera tan completa!
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