El día de hoy en nuestro calendario es el último del año y considero que es un buen momento para reflexionar en lo que aconteció a lo largo de él, cosas buenas, malas, no tan malas, no tan buenas, ¿que podríamos hacer para remediar en lo que fallamos? o ¿cómo mejorar en lo que creemos que fue acertado?
Si escribiste una lista de propósitos al principio de este año que termina y no te fue tan mal y deseas hacer otra para el año que inicia hay te pongo algunos que yo puse en la mía
• Hacer todo lo que sea para la mayor gloria de Dios.
• Hacer mi deber, para el bien de la humanidad en general.
• Nunca hacer nada que no haría, si fuera la última hora de mi vida.
• Estudiar las Escrituras de manera firme, constante y frecuente.
• Preguntarme al final de cada día, semana, mes, y año si hubiese sido posible haberlo hecho mejor.
• Hasta que muera, no actuar como si yo fuera mi propio dueño, sino ser consciente de que le pertenezco a Dios por completo.
En Nehemías 10, el pueblo de Dios hizo un juramento, un voto de que seguirían todos los mandamientos, leyes y regulaciones del Señor. Este juramento fue tan serio que estuvieron dispuestos a aceptar la maldición de Dios si no lograban guardar estos mandamientos.
Nuestras resoluciones no tienen que ser así de serias. Pero cualquier propósito de seguir a Dios no es una cuestión superficial. Más bien, es una declaración solemne y seria que —con la ayuda del Espíritu Santo— podemos renovar cada día.
Demos gracias al Señor por este año que termina
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