domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Un reto demasiado grande?

¿Le pagarías la cuenta a las personas que van en el automóvil de atrás cuando compras comida para llevar, incluso si no las conocieras? ¿Le pagarías la cuenta a los de la mesa de alado en un restaurant sin conocerles? ¿Y dejar una nota diciendo que la razón para ello era el amor a Cristo?
¿Por qué hacer esto? ¿Por qué gastar dinero en la comida de otra persona,  especialmente de alguien a quien no conocemos y que puede que sea hostil a la fe? ¿Por qué dar algo sin esperanza alguna de retribución? Parece ir contra nuestra cultura, pero la idea tiene una fuerte base bíblica.
Notemos lo que Jesús dijo al dirigirse a una gran multitud: «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo» (Lucas 6:32-33). Claramente, Jesús quiere que le hagamos bien a personas que no tienen forma alguna de retribuirnos.
Ya sea que le estemos pagando la cuenta a alguien en algún restaurante o dando algún dinero para obras sociales, nuestra preocupación debe ser dar de manera desinteresada, sea que recibamos algún reconocimiento por ello o no.
¿A quién puedes bendecir hoy en el nombre de Jesús?

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