En esta temporada decembrina es costumbre que veamos en el cine una película clásica obra de Charles Dickens Un Cuento de Navidad. Nos cuenta de un anciano cínico y mezquino de nombre Ebenezer Scrooge que es transformado en Navidad. Durante la película, el cambio dramático en Scrooge se ve en su rostro, su voz, y su generosidad.
Cada Navidad nos recuerda la gracia de Dios mostrada a nosotros en el regalo de Jesucristo, Su Hijo. Los villancicos de la temporada reflejan las palabras del salmista: «Cantad al SEÑOR un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas, su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. El SEÑOR ha dado a conocer su salvación; a la vista de las naciones ha revelado su justicia» (Salmo 98:1-2). Isaac Watts expresó poéticamente el Salmo 98 con estas perdurables palabras:
¡Gozo en la tierra! El Señor llegó:
Que la tierra reciba a su Rey;
Que cada corazón le prepare lugar,
Y el cielo y la naturaleza canten.
¡Gozo en la tierra! El Señor llegó:
Que la tierra reciba a su Rey;
Que cada corazón le prepare lugar,
Y el cielo y la naturaleza canten.
La evidencia de la salvación de Dios puede verse en nuestros rostros, oírse en nuestras voces, y reflejarse por las obras de nuestras manos. Que el gozo de la redención brille a través de nosotros esta Navidad, y a lo largo del resto del año
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