Si me dieran a elegir, probablemente no visitaría voluntariamente a un doctor para un examen físico. Me inclino a asumir que todo está bien y a no molestar al doctor con ello.
Y si nos dieran a elegir, muchos de nosotros también tenemos un poquito de temor a los chequeos espirituales. Después de todo, si examinamos nuestro espíritu demasiado de cerca, tal vez tengamos que cambiar uno o dos hábitos. Tal vez necesitemos algo así como una «actitudoctomia».
Sugiero que venzamos nuestra desgana. Con la guía de Dios, sometámonos a un chequeo espiritual, usando Proverbios 4:20-27 como una lista de control.
Los oídos (v. 20): ¿Estamos escuchando la Palabra de Dios con claridad y entendimiento? ¿Estamos haciendo lo que esas palabras nos dicen?
Los ojos (vv. 21, 25): ¿Mantenemos nuestros ojos puestos en las enseñanzas que nos guiaran hacia la justicia?
El corazón (v. 23): ¿Estamos protegiendo nuestro corazón del mal?
La lengua (v. 24): ¿Esta nuestra boca limpia y pura?
Los pies (v. 26): ¿Estamos caminando rectamente hacia la verdad de Dios sin tambalearnos?
¿Cómo te fue en tu examen? ¿Existen aéreas donde necesitas tomar acción? Los chequeos periódicos te ayudaran a restablecer tu vitalidad espiritual
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