miércoles, 20 de enero de 2010
UN REGALO DE DIOS
El obrero de una fábrica en la Cd. de México y su esposa se emocionaron cuando, después de muchos años de matrimonio, descubrieron que iban a tener su primer bebé. El hombre, entusiasmado, les contó a sus compañeros que Dios había contestado sus oraciones. Pero ellos se burlaron de él por pedirle un hijo a Dios.
Cuando el bebé nació, le diagnosticaron síndrome de Down. Mientras se dirigía al trabajo por primera vez después del nacimiento de su hijo, el padre se preguntaba cómo enfrentaría a sus compañeros de trabajo. «Dios, por favor dame sabiduría», oró. Tal como lo temía, algunos se burlaron, «¡Así que Dios te dio este hijo!» El nuevo padre se quedó en silencio por un largo tiempo, pidiéndole a Dios que le ayudara. Finalmente dijo: «Estoy feliz que el Señor me diera este hijo a mí y no a ti».
Así como este hombre aceptó a su hijo discapacitado como el regalo de Dios para él, David también se complació en mostrar amabilidad hacia el hijo de Jonatán, quien era «lisiado de los pies» (2 Samuel 9:3). Puede que algunos despreciaran a Mefiboset porque era cojo o porque era de la casa de Saúl, pero la acción de David mostró que él le valoraba grandemente.
A los ojos de Dios, toda persona es importante. Envió a Su único Hijo para morir por nosotros. Recordemos con gratitud cuánto valora Él cada vida humana.
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